11.4.13

El anciano

El problema de ese chaval no era su chulería. Ni su pelo, ni su ropa, ni sus amigos. Todo eso solía cambiar con el tiempo. El problema no era su sonrisa de los lunes, su ritmo de vida de hippie tardío, su andar desgarbado, la atención que les dedicaba a las chicas ni el vocabulario sesentero que usaba. Ni los porros ni las botellas vacías de cerveza apilándose en el armario de su cuarto.Y definitivamente sus ganas de vivir no eran el problema. Eso lo tenía claro.
Pero sus manos. Grandes, pesadas y descascarilladas. Como raíces viejas arrancadas de la tierra. Como si hubiesen vivido más que el resto de su cuerpo. Eso no tenía tan claro que no fuese el problema.







Su ombligo como el __ de la manzana.

La manzana definitiva

La cuestión

El anciano

El malibú, ron, whiskey, beck's, ray, cood, corona y mel's se apiñaban en la puerta del minibar, que servía de cubo de basura. Las botellas lo miraban transparentes a ras del suelo, a él, también transparente. Se lió el segundo porro, se vistió. Lo dejó encima del mueble y se estiró al levantarse. Como un gato; metió un puño en la otra mano, estiró los índices y los deslizó por el techo. Notaba el corazón torpe pero latiendo con fuerzas. Eso era bueno. Se echó un vistazo en el espejo. Las ojeras estaban algo más claras ese día. Giró el grifo, el agua sucia salió a borbotones. No echó cuenta, mojó una mano y se palpó/frotó/qué el ojo. Frío, dulce y mañanero, frío humedo de las montañas. El norte. __ sonrió. se pasó la mano por la frente e inspiró hondo con los ojos cerrados. Soltó el borde del lavabo, recuperó el porro y abrió la puerta a la calle. El escalón alto le hizo dar un paso desgarbado peligroso, pero ya estaba acostumbrado. Saltaba de arriba a abajo como Neil Armstrong saltaba sobre la luna, pero confiado y sin traje espacial. Sin perder el equilibrio. Caminó hasta la cafetería de

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