La punta de los pies tocando el hielo suelado. Un resquicio de ventana abierto. El aire de montaña entra en avalancha de invisible oscuro. ¡Huele a hoguera! A tiza, a campamento, a armónicas tocando Oz, a indios y polvo amarillo galopando en nubes hacia la luna. Cenizas y palos con la corteza deshecha. Una estrella brillante. Venus guiñando un ojo. Huele a campo y a tierra mojada y a briznas de hierba y a viento frío.
Viento frío y estrellas.
Hilo de coches crujiendo al fondo izquierda.
Las manos me tiemblan. De bverdad, temblores de dos centímetros, y no puedo pararlas. Se abren como arañas en flor y no las dejo escaparse.
No iréis allí, arañas. No vais a intoxicarlo.
Pero qué castaños y mojados y limpios...
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